viernes, 17 de enero de 2014

Una película: "La caza" (2012)


Cuando pensamos en el cine de terror la imagen que se nos suele venir a la cabeza es la de asesinos en serie enmascarados, seres de ultratumba o monstruos imposibles, pero la verdad es que a veces basta solamente con mostrarnos la realidad cotidiana y el mal que la gente de carne y hueso podemos causar para hacernos estremecer de pánico.

Hace unos años, en noviembre de 2009, el diario ABC presentaba en portada la foto de un hombre acompañada con el tajante titular "La mirada del asesino de una niña de tres años". Se trataba del caso de una pequeña que había resultado muerta y el punto de atención se centraba en ese hombre, novio de la madre de la niña. La expresión en su mirada y un informe médico provisional bastaban para pasar por alto el derecho a la presunción de inocencia y acusar a una persona de maltratar, violar y asesinar a una niña de tres años. Tan sólo dos días después, el "asesino" salía en libertad sin cargos después de que la autopsia revelara que la pequeña había muerto a causa de un accidente fortuito tras caer de un columpio. Los magistrados y los expertos médicos le dejaron libre, pero el mal ya estaba hecho: el tribunal mediático había dictado sentencia y ya no había marcha atrás.

En "La Caza" (Jagten, Tomas Vinterberg, 2012) se nos presenta a Lucas, un profesor divorciado que intenta rehacer su vida. Se trata de un hombre amable, querido por los suyos, con los que gusta de reunirse anualmente para ir de caza. Las cosas empiezan a irle bien, su hijo está a punto de irse a vivir con él, encuentra trabajo en una guardería y entabla relación con otra profesora del centro. Pero de repente, debido a las palabras inocentes de una niña (la hija de su mejor amigo, para más inri), su vida estallará en mil pedazos: es acusado de pederastia y la ola de desconfianza e histeria colectiva se extenderá en el pequeño pueblo como la pólvora.


Mads Mikkelsen, excelente actor destacado por otro tipo de papeles muy alejados del que aquí interpreta, carga enteramente sobre sus espaldas el peso de una película que no deja indiferente a nadie. Asistimos impotentes al linchamiento a un hombre por parte de un pequeño pueblo aburrido y monótono que necesita cada cierto tiempo carnaza para encontrar alivio a sus miserias. La "jauría humana" que nos enseñaba Arthur Penn en su película de 1966 no descansa. Y no olvida.

En resumen, una película imprescindible sobre la verdad, los prejuicios, el honor y la amistad en el marco de un tema tan tabú en la sociedad actual como es el abuso a menores.

UNA ESCENA: La asistencia de Lucas a la iglesia del pueblo para la misa de Navidad. Dura y sobrecogedora.

NOTA: 9'5/10  

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